¿Tengo inflamación crónica y no lo sé?
- Fátima Aramburú
- 6 abr
- 3 Min. de lectura
No es una infección, no hay dolor ni una lesión visible, pero algo en tu cuerpo no está bien. La inflamación crónica actúa en silencio, puede durar años y representar un riesgo real para tu salud... ¡sin que siquiera lo sepas!
Lo bueno: puedes hacer mucho para prevenirla o revertirla.Tu estilo de vida es una herramienta poderosa. No esperes a que aparezcan los síntomas graves. 🌊 No te dejes arrastrar por la marea… toma el control antes de que sea demasiado tarde.

Imagen: Lucy Jones para The Washington Post
¿Qué es la inflamación y por qué importa?
Cuando te doblas un tobillo o una astilla se incrusta en tu piel, el área se hincha, duele, se enrojece y calienta. Esto es inflamación aguda: una respuesta rápida y necesaria del cuerpo para sanar. Es temporal y, con los cuidados adecuados, se resuelve.
Pero no toda inflamación es buena. Existe también la inflamación crónica, un proceso silencioso y prolongado que, lejos de sanar, va deteriorando el cuerpo poco a poco. No siempre da síntomas claros, pero puede afectar tanto la salud física como la mental, y está en la base de enfermedades como diabetes, enfermedades cardíacas, cáncer, artritis y Alzheimer.
¿La inflamación siempre es mala?
No. La inflamación es parte esencial del sistema inmune. Es una respuesta natural ante una agresión (heridas, infecciones, toxinas). Pero cuando esa respuesta se vuelve persistente —ya sea por malos hábitos, estrés o factores ambientales— deja de ser protectora y se convierte en un factor de daño interno.
¿Qué causa la inflamación crónica?
Muchos factores pueden detonar o perpetuar una inflamación de bajo grado:
Alimentación inflamatoria: exceso de azúcares, harinas refinadas, grasas trans, frituras, ultraprocesados y aditivos químicos
Obesidad: especialmente la grasa visceral, que libera sustancias inflamatorias
Sedentarismo: la falta de movimiento favorece la inflamación
Estrés crónico: altos niveles sostenidos de cortisol alteran la regulación inmune
Mala calidad de sueño: impide la reparación corporal y eleva marcadores inflamatorios
Infecciones persistentes: como sinusitis, periodontitis o infecciones intestinales (SIBO, disbiosis)
Tóxicos ambientales: pesticidas, metales pesados, disruptores hormonales como BPA y ftalatos
Tabaco y alcohol: aumentan el estrés oxidativo y la inflamación
Envejecimiento: con los años, el cuerpo pierde capacidad de controlar la inflamación
Síntomas comunes de inflamación crónica
Fatiga constante
Dolores musculares o articulares
Problemas digestivos
Niebla mental
Aumento de peso sin causa clara
Fiebre baja persistente
Hinchazón o edema
Irritaciones en la piel (rash)
¿Cómo se detecta?
Algunas pruebas de laboratorio ayudan a detectar inflamación sistémica:
Velocidad de sedimentación globular (VSG)
Proteína C reactiva (PCR)
Ferritina
Fibrinógeno
Estas pruebas no diagnostican por sí solas, pero pueden orientar al profesional de salud como parte de una evaluación más amplia.
¿Cómo reducir la inflamación crónica?
Adopta una dieta antiinflamatoria
Prefiere alimentos reales y no procesados
Elimina azúcares añadidos, harinas refinadas y grasas trans
Incluye verduras, frutas, grasas saludables (palta, nueces, aceite de oliva), pescados ricos en Omega 3
Mantente bien hidratado (evita bebidas azucaradas)
Reduce exposición a tóxicos
Usa productos de cuidado personal y limpieza sin químicos agresivos
Consume alimentos orgánicos y filtra el agua si es posible
Trata infecciones crónicas
Síntomas como acidez, diarrea persistente, encías que sangran, sinusitis o tos crónica deben evaluarse médicamente
Mantén un peso saludable y haz ejercicio regular
La actividad física reduce la inflamación y fortalece el sistema inmune
Duerme bien y maneja el estrés
El descanso y la salud emocional son claves para mantener bajo control la respuesta inflamatoria
Toma la sartén por el mango: ¡sí se puede!
Adaptado de:
Comments